A los pocos días de nacer, Sol Ryan sufrió la amputación de la mitad inferior del brazo izquierdo. Según las directrices actuales del Servicio Nacional de Salud, Sol tendría que haber esperado un año hasta que se le pudiera adaptar una prótesis cosmética, no funcional, y más de tres años para una prótesis mioeléctrica funcional. Los estudios sobre desarrollo infantil demuestran que es más probable que los niños rechacen una prótesis si se adapta después de los dos años de edad. Cuanto antes se adapte una prótesis funcional, más probable será que el niño continúe usándola hasta la edad adulta.
Meses después de la amputación de Sol, Ben Ryan, su padre, comenzó a investigar cómo fabricar una nueva prótesis para acelerar este proceso y, poco después, fundó Ambionics (Additive Manufactured Bionics). Un año más tarde, su hijo Sol podía disfrutar de los beneficios de un brazo protésico totalmente funcional impreso en 3D.